Por Gabriela Orellana
Entre risas, copas y viñedos centenarios, nos aventuramos en Viña Ravanal para vivir una experiencia única: convertirnos por un día en enólogas.
Nuestra visita a Viña Ravanal comenzó con una copa de Rosé Notas de Cata en el elegante Grand Lounge, un vino suave y dulce en boca que fue la mejor bienvenida. Mientras disfrutábamos la vista y el ambiente, vimos el video “Orígenes Ravanal”, que cuenta la historia de esta familia ligada al vino.
Luego partimos en carrito de golf a recorrer los viñedos centenarios, una verdadera joya del Valle de Colchagua. Me impresionó ver esos troncos enormes y antiguos, tan distintos a los viñedos modernos; parecían guardianes del tiempo. En el recorrido nos acompañó una de las dueñas, que con mucha cercanía nos fue contando cómo su familia ha mantenido viva la tradición y el amor por el vino.
Después visitamos la bodega y la sala de barricas, donde probamos dos vinos increíbles. Mi favorito fue el Sauvignon Blanc Notas de Cata, diferente a los clásicos: más elegante, refrescante y con un toque que lo hizo especial. Cerramos esa parte con el Limited Selection, una producción muy exclusiva elegida personalmente por Mario Ravanal.
Y cuando pensábamos que el día no podía ser mejor, llegó lo más entretenido: ¡crear nuestro propio vino! Mezclamos distintas cepas, embotellamos, pusimos corcho, cápsula y hasta diseñamos la etiqueta. Cada grupo presentó su mezcla al sommelier, y sí, ¡ganamos! Nos llevamos una botella Reserva como premio, pero sobre todo, muchas risas y recuerdos.
Terminamos la jornada con un almuerzo delicioso, lleno de sabores locales y, por supuesto, más vino Ravanal. Fue una experiencia completa: historia, tradición, risas, aromas y sabores que hacen que quieras volver. Sin duda, un panorama perfecto para disfrutar con amigos o familia y descubrir el vino desde otra mirada.